miércoles, 7 de noviembre de 2012

Mi análisis de la situación


Hace unos meses la revista Texturas me pidió (como a otros colaboradores) que les hiciera mi análisis acerca del sector editorial, e-books y otras cuestiones. Ahora lo comparto con vosotros. Abrazos 


Mi análisis de la situación
Si nos dejáramos guiar por todas las noticias acerca del futuro del libro, de la irrupción del e-book en el mercado editorial y de los pronósticos de futuro de los gurús, podríamos asegurar que estamos en el momento álgido del e-book y no en el inicio de lo que parece ser un modelo de negocio que, según algunos, en un futuro más o menos cercano será la principal fuente de ingresos de las editoriales. Todos los días encontramos en los medios noticias relacionadas con la edición digital, con las nuevas plataformas de difusión de contenidos, los últimos programas para la elaboración de e-books y demás aplicaciones para tabletas y teléfonos inteligentes. Blogs, tweets, artículos, revistas, etc., están cada día analizando, pronosticando, debatiendo y adivinando cual será el futuro del libro en sus diferentes formatos, y el e-book es el tema central de todos ellos.
Empezábamos el mes de febrero con la información facilitada por el Gremio de Editores de España y por la Agencia Española del ISBN de que el 17% de los 103.000 títulospublicados en 2011 lo habían sido en formato digital. Esta cifra no parece corresponderse con las ventas actuales que declaran las editoriales que, salvo algunos casos aislados, dicen situarse para este formato por debajo del 8% en España[2].
BENEFICIOS INDIRECTOS
No obstante, muchos de los editores que han iniciado su andadura en el comercio electrónico y en la generación de contenidos digitales comentan que si bien el e-book todavía no representa una cantidad importante para su volumen de facturación, sus consecuencias periféricas (entiéndase revisión de los fondos editoriales, digitalización de contenidos, presencia online, publicidad, acercamiento a las nuevas generaciones de lectores, imagen de modernidad de la entidad, etc.) les están beneficiando sustancialmente. Procesos como la edición, la gestión, la digitalización y archivo de los contenidos, así como las estrategias de negocio surgidas de las nuevas tecnologías, están siendo beneficios indirectos para estas editoriales que inician su incursión en el mundo digital.
Muchas de ellas no lo han hecho únicamente a través del e-book, sino que han aprovechado esta revolución para iniciar un proyecto de comercio electrónico que combina el e-book con la impresión y venta bajo demanda (POD) sin dejar de atender los canales habituales de distribución, a pesar del altísimo volumen de devolución que han obtenido sobre todo en el último año.
De todas estas circunstancias, quizá una de las más importantes es que las editoriales (y los autores) han asumido que para entrar en el modelo de negocio de la comercialización electrónica de contenidos hay que estar en el medio donde se comercializa el producto, lo que ha provocado su incursión en las redes sociales. Facebook y Twitter se han consolidado como las redes sociales elegidas por las editoriales para promocionar sus productos entre los posibles lectores de publicaciones digitales, y es desde donde se genera la mayoría del tráfico a las tiendas online de las editoriales y a los blogs de los autores.
Además de presencia en las redes sociales, han puesto en contacto a las editoriales y los autores con los lectores, completándose de esta manera el ciclo que va de la mente del autor a las manos del lector. Antes de esta revolución, este último paso caía casi exclusivamente en manos de los libreros, que eran los últimos en tratar con el cliente final; y aún había más distancia cuando entre el editor y el librero teníamos al distribuidor.
Con las redes sociales los editores y autores tienen información de primera mano acerca de los consumidores finales de sus publicaciones. Interactúan con ellos obteniendo una valiosísima información que les acerca más al público y consecuentemente mejora sus resultados.
LOS AGENTES IMPLICADOS
Quizá una de las grandes desventajas que está teniendo el nuevo modelo de negocio de la comercialización de contenidos digitales sea la misma que tuvo en un primer momento la edición de e-books.
Ya que el punto de partida de esta nueva realidad es el libro impreso, y teniendo en cuenta los cientos de años a nuestras espaldas con un modelo de negocio que ha cambiado muy poco, lo natural (y lógico) es lo que ha ocurrido en los últimos años: los autores y editores han seguido pensando los contenidos para ser impresos y encuadernados en sus diferentes formatos, y desde ahí se han creado los archivos digitales. La mayoría de e-books que se comercializan actualmente han sido primero concebidos para ser impresos, y después adaptados a los formatos digitales. Como dice Javier Celaya: “Estamos en un momento tan incipiente que todavía nuestros e-books son imitaciones perfectas de los libros impresos, ambos pasa-páginas”.
Y no solo hemos copiado el modelo de edición, donde un e-book busca la mayor similitud con su versión impresa, también hemos visto cómo se ha querido imitar el canal de distribución del libro. La industria parece tener la obsesión de repetir el mismo esquema: si los libros físicos pasan por distribuidoras y libreros antes de llegar al consumidor final, los digitales también. El problema evidente es que el modelo tradicional ya no parece funcionar para muchas editoriales; el volumen de devoluciones (que en 2011 superó el 40% en muchos casos) ha dejado de hacer viables los modelos de producción de siempre. Por lo tanto, parece un grave error repetir un modelo de distribución que empezamos a ver que está obsoleto en un ecosistema diferente y con un producto distinto.
Los agentes que tradicionalmente han participado en la cadena de suministro del libro ya no son necesarios para que el contenido llegue a las manos del lector. Ya no se necesitan logistas ni almacenes que gestionen los envíos. Tampoco hacen falta agencias de transporte ni tiempos de espera: en Internet todo es inmediato. Por otra parte, hay una lógica que se repite en todos los modelos de negocio del mundo, independientemente del producto, la zona geográfica y el medio: que a mayor número de intermediarios, más caro resulta el producto para el usuario final.
El pasado 13 de febrero, Alberto Vicente y Silvano Gozzer publicaban en La Vanguardia un artículo en el que comentaban el porqué de los precios bajos en los e-books. Los lectores de e-books, que ya desembolsan una cantidad importante de dinero (no olvidemos que el consumo de los contenidos digitales requiere de una inversión previa no menor de los 150 € por parte de los usuarios, ya sea un e-reader, una tableta o un ordenador), no están dispuestos a pagar cantidades elevadas por los contenidos digitales en el mejor de los casos; todos conocemos la idea del “todo gratis” en Internet que tienen algunos. Por lo tanto, si por un lado editores y autores tienen acceso directo a los lectores, y si además cada intermediario que participa en el proceso de distribución encarece un producto por el que los consumidores no están dispuestos a pagar precios altos, la conclusión lógica es que ese intermediario que encarecen el producto final y que no añade nada de valor está destinado a desaparecer. En el mundo editorial se intuye que ese intermediario que tenderá a desaparecer será el distribuidor si no garantiza un valor añadido a su participación en la cadena de suministro del e-book.
Actualmente (seguramente fundamentado por las escasas liquidaciones de ventas que están enviando a las editoriales), muchos apuntan a que el único valor que añaden estas distribuidoras o plataformas de difusión de e-books es el denostado DRM. Encarecer un producto con un sistema de seguridad que penaliza al usuario que compra legalmente el libro no parece ser la mejor idea ahora que se necesita consolidar un proyecto, un modelo de negocio y unos usuarios contentos y satisfechos, no solo con los productos adquiridos sino también con la experiencia de compra. Y en estos momentos ni el DRM ni un precio exorbitado aportan cosas positivas a la consolidación del modelo de negocio.
Los libreros, por otra parte, primero tienen que entrar a formar parte del mundo digital antes de poder consolidar una nueva línea de ingresos mediante la comercialización de contenidos digitales. Personalmente creo que los libreros sí tienen un lugar importante en esta cadena de suministro. La sabiduría de los buenos profesionales, fantástica cuando entras a una librería física a comprar, tiene muchas posibilidades de trasladarse perfectamente al ámbito de la red.
Otro agente implicado de manera indirecta (o directa según se mire) es el gobierno, que mientras penalice al e-book con un 18% de IVA frente al 4% de la versión impresa estará facilitando una migración de los lectores hacía la compra (en el mejor de los casos) en plataformas extranjeras con mejores precios y menos limitaciones.
Los posibles modelos de negocio futuros
En el panorama que tenemos ante nosotros, las redes sociales destacan como una vía muy positiva para que las editoriales y los autores se acerquen a los lectores. Pero aunque hasta ahora esa ha sido su utilidad principal, no hemos de perder de vista que la mayoría de los jóvenes y adolescentes, que son parte destacada de nuestro publico objetivo, pasan mucho tiempo en estas redes cuando navegan por Internet y ahí se relacionan, comunican, informan y divierten. Las redes sociales pueden convertirse en un nuevo modelo de negocio, o más bien en un nuevo canal de venta para los contenidos digitales, puesto que nos ponen en contacto con nuestro target objetivo en el medio en el que este se mueve.
Otro posible modelo en el que empiezan a trabajar algunas editoriales que generan material educativo, ya sea para institutos o universidades, es vincular el contenido de las publicaciones curriculares a un dispositivo que contiene todo el material didáctico. En este modelo, tanto los dispositivos como el contenido están ya incluidos en el precio de la matrícula, con lo que cada alumno adquiere las publicaciones de forma legal (en algunos casos no tienen más opción), y se inician en el consumo de contenidos editoriales digitales.
La rentabilidad de los contenidos
Una de las grandes dudas que genera el nuevo panorama del comercio del libro electrónico es el tema la rentabilidad. Algunas cifras nos indican que el 80% de la población está dispuesta a dejar de pagar por contenidos si los encuentra de forma gratuita. Este es uno de los grandes desafíos del mundo editorial: hacer que el negocio de la comercialización de contenidos sea sostenible y rentable. Desde esta perspectiva, hay varios puntos muy interesantes a considerar:
1.    Inmediatez: A finales del año pasado, Arantxa Mellado mencionaba: “Cada semana que los clientes tienen que esperar para comprar un DVD (porque no ha salido legalmente al mercado) se traduce en un descenso de las ventas de DVD de un 1,8% de media. Teniendo en cuenta que versiones piratas de buena calidad están disponibles cerca de 14 semanas antes que las versiones legales, las pérdidas pueden ser de millones de dólares. Tampoco sorprende que un retraso de 14semanas se traduzca también en un incremento del 70% en las descargas depelículas pirateadas en esos países”. Esta afirmación es perfectamente aplicable al mundo de los e-books. Estamos perdiendo dinero cada día que retrasamos la venta legal de nuestro contenido digital. Me gustaría destacar que no todas las personas que acceden a los contenidos por vías alegales son piratas que se niegan a pagar por el contenido. Un gran porcentaje no puede pagar por el contenido al precio que el editor pone a la venta. Otro porcentaje, también muy interesante, no puede acceder al contenido de forma legal sencillamente porque los canales de distribución de las editoriales no llegan a tiempo, ni llegan a todas partes.
2.    Precio: Si ponemos a la venta los libros digitales al mismo tiempo que los impresos pero no le aplicamos al e-book un descuento apropiado en comparación, le estamos permitiendo al lector que utilice otros medios para acceder a nuestros contenidos. Internet ha puesto a todos, grandes y pequeños, al mismo nivel. Y, del mismo modo, la información también es ahora accesible a todo el mundo por igual. El lector sabe que los e-books (aunque muchos se empeñen en asegurar lo contrario) no tienen el mismo coste para el editor que el libro impreso. Los editores tenemos la responsabilidad de repercutir en el precio de nuestros e-books la falta de impresión, gestión logística, envíos y almacenaje.
3.    Valor añadido: Muchas editoriales están enriqueciendo sus versiones digitales con contenidos exclusivos a los que solo se puede acceder desde la versión digital, como añadidos multimedia e interactividad con Internet.
4.    Educación: Educar al lector para que se acerque a los contenidos de una forma legal es una de las tareas más complicadas que tenemos por delante. La cercanía de editores y autores al público por medio de las redes sociales es fundamental y muy positiva. Se pueden destacar iniciativas como la del novelista Juan Gómez Jurado, que ha unificado estos aspectos en el comercio de sus e-books (precios atractivos y cercanía con sus lectores por medio de las redes sociales), y está vendiendo una cantidad muy interesante de e-books cada semana.
5.    Lectura social. En la penúltima edición de Liber se presentó The Copia de la mano de Javier Celaya. Este proyecto se caracteriza por la importancia que tienen las aportaciones y las notas que añaden a la lectura cada uno de los usuarios, en las que comentan el texto, hacen recomendaciones, añaden fotos con las ubicaciones que aparecen en los textos, etc. Este modelo es uno de los que más me han llamado la atención. Las recomendaciones boca a boca, o por las redes sociales, han llevado a que autores en los que no se han invertido grandes cantidades promocionales hayan triunfado, de la misma manera que muchos cantantes lo han conseguido gracias a YouTube o MySpace. The Copia, que ayuda a que alrededor de cada libro se genere una pequeña red social, propone un modelo innovador y que, a priori, es muy atractivo. Da un gran valor añadido al libro, que no es, ni más ni menos, que los propios lectores.
6.    Acceso al contenido con suscripción o tarifa plana. 24symbols fueron los primeros al lanzar el Spotify de los libros, una propuesta basada en la lectura por streaming, de forma gratuita soportando la publicidad, y gratuita para los usuarios premium que pagan una cuota. En las últimas semanas Círculo de Lectores ha lanzado Booquo, donde por el pago de una suscripción tienes acceso a libros y películas. En ambos casos cabe destacar que se está negociando directamente con las editoriales dejando de lado a las distribuidoras o plataformas que hasta hace poco eran las únicas que tenían la oportunidad de gestionar los contenidos digitales.
Los elementos disruptivos que pueden acelerar la emergencia de la producción digital.
La entrada de Amazon en el mercado del libro en español, tanto en Hispanoamérica como en España, y el anuncio por parte de Apple de que solo va a comercializar libros en formato ePub, son dos factores que desde comienzos de 2012 han acelerado la necesidad y la urgencia de las editoriales por producir libros en formato digital. Por mucho que se critiquen a las dos grandes plataformas dueñas de las tabletas y e-readers más demandados y valorados por los usuarios, ningún editor quiere quedar fuera de la posibilidad de vender donde más se vende.
Por otra parte, en febrero Apple presentaba su aplicación iBooks Author, que da la posibilidad a cualquier persona sin conocimientos de maquetación ni edición de generar sus propios e-books en formato ePub. Esta apuesta por la autoedición ha sido vista como una considerable amenaza por los editores, que ven cómo los autores pueden acceder sin intermediario alguno al mercado del comercio electrónico. Quizá esto sea lo que más debamos tener en cuenta de lo ocurrido los últimos meses; ya hay autores que están optado por estos modelos, que además de acelerar la producción de contenidos seguramente hará que se replanteen los repartos en las regalías generadas por la comercialización de formatos electrónicos.
Sin entrar a valorar si estas acciones van a revolucionar el mercado de los e-books, es cierto que han hecho que los editores aceleren sus procesos de digitalización y edición digital, bien por no quedarse atrás o bien por no perder a los autores que cada vez tienen más opciones de acceder al lector sin la necesidad (aparente) del editor.
Otras acciones, como la de Ediciones B comercializando e-books a precios bajos y sin DRM, son positivas para dinamizar el mercado, pero no producirán que el resto de los editores aceleren sus procesos.
La previsión evolutiva del mercado a varios años vista y aportaciones finales
Desde 2002 el mercado de los e-books no ha parado de crecer. La aparición de las tabletas junto a las plataformas que las proveen de contenidos ha generado las subidas de ventas más significativas hasta la fecha. Este crecimiento continuará, y depende de los editores (que al fin y al cabo son los que continúan generando la mayoría de los contenidos que se comercializan en la red) que se consolide.
Una de las cuestiones que tendremos que tener en cuenta es la experiencia del usuario. Los editores no tenemos más opción que prestar atención a las personas que leen nuestras publicaciones, y por desgracia en estos momentos parece que miramos a todos lados (muy despistados, por cierto) menos a aquellos que hacen que nuestros negocios sean viables.
Los precios de nuestro e-books son altos, los más caros de Europa. Los procesos de compra son tediosos. Penalizamos con un DRM absurdo (que se puede romper en 3 minutos) a los usuarios que compran legalmente, y como resultado de este DRM encarecemos el precio de los libros para pagar las comisiones a las plataformas que nos ayudan a vender los libros de forma “segura”. Esto hace que el usuario nunca sea totalmente libre para leer el libro donde y como quiera, que es una de las características que hace del e-book un producto apetecible y atractivo.
Si deseamos ver una evolución positiva en la comercialización de nuestros contenidos no tenemos más remedio que solucionar estas cuestiones que nos alejan de la realidad que viven nuestros usuarios. Si es más sencillo obtener el contenido sin pagarlo, y este contenido es más fácil de usar y gestionar por parte del lector que el obtenido legalmente, las editoriales vamos a librar una batalla muy difícil de ganar.
No es en la persecución policial de los “piratas” donde deberíamos poner todo nuestro esfuerzo. En cambio, si hacemos las cosas sencillas y no presuponemos la criminalidad en nuestros clientes, tendremos mucho ganado. Apple no solo no vende menos música desde que lo hace sin DRM y a un precio asequible, sino que vende más que nunca porque su producto es accesible, barato y no tiene penalizaciones absurdas. Y si bien todos somos conscientes de que el mundo de la música no es el del libro, sí es cierto que el modelo de comercio online de iTunes debería ser, por sus resultados y experiencia de usuario, un punto de referencia para el mundo editorial.
Empezaba este articulo hablando exclusivamente desde mi punto de vista y mi análisis de la situación como parte muy interesada en el futuro del libro, y en especial del e-book; no obstante, como ocurre con todo lo digital y viendo lo que ha pasado en los últimos años, uno tiene la sensación de que en cualquier momento puede surgir un nuevo elemento no tenido en cuenta que eche abajo todas las previsiones. Por eso estas decisiones han de ser tomadas pensando en que sean lo más flexibles posible ante los cambios, inevitables por otra parte, que se van a dar en el mundo del libro en los próximos meses y años.




[2] Hay tantos y datos y tan diferentes que la cifra es aproximada.

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