viernes, 29 de junio de 2012

"Remar a contracorriente"



Hace unas semanas llegaba a su final la liga de fútbol 2011-2012. Este momento siempre es feliz para un equipo (el que gana), menos feliz para otros (los que quedan justo después del vencedor) y dramático para otros (los que pierden la categoría).

Cuando un equipo baja de división se producen una serie de circunstancias normales en el mundo de fútbol. En muchas ocasiones los equipos que descienden no pueden asumir las fichas (nóminas) de sus jugadores más importantes y otros clubs los fichan, hay veces que es necesario que vendan a los mejores para hacer viable el equipo y en otras ocasiones el empuje y las posibilidades del equipo hacen que éste apueste por subir de nuevo de categoría en breve, por lo que quiere mantener a sus mejores jugadores.

El Villareal es uno de estos equipos que en poco tiempo pasó de ser un referente en Europa a bajar al infierno de segunda división. Uno de sus jugadores más importantes es Marcos Senna, un hispano-brasileño de fe protestante que gano la Eurocopa del 2008 con España. Por qué recalco lo de la fe protestante, porque este es uno de los estandartes que el lleva con más orgullo y honra y porque el mismo confiesa que su fe le ayuda a tomar las decisiones acertadas.

Marcos Senna, después de que su equipo bajara a segunda división tuvo una serie de ofertas que le permitían seguir ganando un gran sueldo y jugar en un “prestigioso equipo de primera”, que fue la decisión (muy respetable desde luego) de otros compañeros. Sin embargo Marcos, el día que la ciudad de Villareal le daba un homenaje, pensando seguramente que sería la última ocasión de hacerlo, hizo unas declaraciones desde el balcón del ayuntamiento “Llegué a un Villareal en primera división y en primera división lo dejaré”.

Cuando un barco va a favor del viento es relativamente sencillo navegar. Hay que esforzarse mucho, luchar contras las adversidades, pero estar en el barco en momentos de seguridad es fácilmente asumible por muchos. Lo que ya no es tan fácil es remar con el viento en contra o luchar para que el barco salga a flote y no se hunda.

En los momentos de verdadera dificultad sale a relucir que tipo de persona somos realmente. Si somos de los que solo sabemos remar cuando el barco navega sobre seguro y nos bajamos cuando el barco hace aguas, o por el contrario si somos capaces de remar en todas y cada una de las situaciones que nos presenta la vida.

En el último año he visto a dos barcos en los que he ido, voy y seguiré subido (presente, pasado y futuro) que necesitaban un esfuerzo adicional para seguir adelante. Y desde luego que me he encontrado con muchos “Marcos Senna” que reman contra viento y marea porque creen que el barco en el que van vale la pena.

Barco británico en apuros. (Foto cortesía Histarmar.com.ar)



Por otra parte he visto a personas que solo tienen la capacidad de remar con el viento a favor. Todos ellos, los primeros y los últimos, han sido muy buenos marineros el tiempo que han estado, la gran diferencia entre ellos es que hay marineros que lo seguirán siendo siempre, y otros lo dejaron de ser hace mucho tiempo para convertirse en otra cosa.

Y la otra gran diferencia es que lo necesita nuestra sociedad y nuestro país en estos momentos son marineros experimentados que sepan remar a favor del viento, pero también en medio de la tormenta. No necesitamos marineros que cuando el mar se encrespe, lleguen las dificultades y los imprevistos (que todos sabemos que en el mar, metáfora perfecta de la vida, son frecuentes) se bajen del barco, o se cambien del barco o sencillamente se conviertan cualquier otra cosa que no sean marineros, marineros de verdad.

¿Dónde te sitúas tu?
Abrazos

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